CAPITULO 50
El
escritor sigue diciendo que el cristianismo dice que la fe permite a las
personas pero como todo de ellos la felicidad solo es una promesa, además dice
que con lucha ha habido que conquistar el avance de la verdad y a cambio, ha
habido que entregar casi todo lo que pertenece al corazón (amor, confianza en
la vida...). Para esto se requiere la grandeza del alma. Según el cristianismo
y según esto, ser honesto sería ser riguroso con el corazón y desperdiciar los
vellos sentimientos. Dice el cristianismo que la fe hace bienaventurados a los
hombres pero si éstos rechazan los bellos sentimientos del corazón, el
cristianismo miente.
CAPITULO 51
Repite Nietzsche
una y otra vez que poner enfermos a los hombres es la intención de la religión
y siempre que la Iglesia se apodera de un pueblo hay numerosas crisis nerviosas,
el hombre religioso, tal como la Iglesia lo quiere, es un decadente típico. La
Iglesia ha santificado “para mayor honra de Dios” únicamente a locos o a
grandes estafadores…Uno no se convierte al cristianismo, hay que estar
suficientemente enfermo para ello. Dice también que todos aquellos que son “diferentes”,
que aprecian la salud, los placeres, la vida y la ofensa pueden repeler a la
religión cristiana y elaborar un concepto nuevo de perfección (en Dios). El
cristianismo no entiende de razas, todos sufren por Dios en la cruz y por eso
todos los cristianos son divinos, pero si no entiende de razas, ¿por qué sólo
se consideran divinos los cristianos?
Al final
de éste capítulo Nietzsche dice: “El cristianismo ha sido hasta ahora la máxima
desgracia de la humanidad”.
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